miércoles, 28 de diciembre de 2011

Josep Borrell: Crisis Europea y Proyecto Socialdemócrata




Foro "Mucho PSOE por hacer"


FORO 2: Crisis Europea y Proyecto Socialdemócrata


Estas líneas pretenden ser una invitación al debate sobre las causas y las consecuencias de la crisis en Europa, cómo nos ha afectado y cómo contribuir a un proyecto socialdemócrata europeo.

Son temas de la mayor importancia porque, como se reconoce en esta contribución abierta al debate en el socialismo español, hoy ya cualquier acción política eficaz ha de desarrollarse a escala euroPpea y es urgente contar con un proyecto socialdemócrata europeo capaz de hacer frente a los poderes financieros y a la derecha política hoy mayoritaria en Europa.



Hoy sólo quedan en Europa dos pequeños países con gobiernos socialdemócratas. Y, como demuestra nuestro compañero Antonio Estella en un reciente artículo en El País, aunque casi todos los gobiernos han sido castigados en las elecciones, los conservadores han resistido mejor que los socialistas la cita con las urnas. Hay que analizar muy seriamente porqué ante una crisis, considerada como una crisis del capitalismo, los europeos no han dado su confianza a los socialistas para buscar soluciones, justo cuando más necesarios son los mecanismos compensadores del Estado social.

Pero esta situación puede cambiar pronto. Es más que posible que, como comenta Luis Yánez en otro artículo esta vez en el diario Público, los socialistas ganen las próximas elecciones en Francia, Alemania e Italia. Y eso cambiaría radicalmente el escenario político europeo y abriría la puerta a nuevas políticas frente a la crisis.

La crisis ha puesto de manifiesto cómo la interdependencia entre los países miembros de la UE condiciona las políticas económicas de cada uno de ellos. La unión monetaria y la necesidad de reequilibrar las haciendas públicas han hecho perder autonomía a los gobiernos, y las políticas económicas deben definirse, cada vez más, a escala europea.

También es cierto que la crisis está debilitando el entusiasmo europeísta y cambiando la naturaleza del proyecto de integración europea. Pero el proyecto político europeo no puede limitarse a imponer una política de austeridad permanente para todos los países a la vez. Este no es el precio a pagar para salvar el euro, sino la receta para una recesión profunda de la economía europea que sirva de excusa para desmantelar el sistema de cohesión social y para abandonar la necesaria reconversión ecológica de la economía.



No se trata de negar la necesidad de recuperar y mantener la sostenibilidad de las finanzas públicas. Es dolorosamente evidente que un exceso de endeudamiento ha hecho perder autonomía a los gobiernos frente a sus acreedores. Cuando se tiene déficit hay que buscar quien lo financie, y cuanta más financiación sea necesaria, más dependiente se es de los mercados de capitales. Por eso, la condición para recuperar la fuerza de la política es hacer a los países, menos dependientes de los mercados financieros globales. Pero se trata de discutir cómo, por ejemplo recurriendo más a los impuestos y menos al endeudamiento, y a qué ritmo hacerlo, de forma que no se agrave el problema en vez de resolverlo.

Esta es una gran ocasión para debatir sobre las verdaderas causas de nuestros problemas y sobre las soluciones que se deben aplicar para distribuir equitativamente los costes de la recuperación y para poner en marcha un sistema de crecimiento más sólido, sostenible y solidario.

Porque no todos los problemas son iguales en todos los países, conviene no equivocarse de enemigo. En Grecia el déficit creó la crisis, pero en España la crisis ha creado el déficit. Antes de la crisis, hasta el 2007, España era el alumno modelo de la clase de Maastricht; cumplía mejor que nadie los criterios del Pacto de Estabilidad y todavía hoy nuestro endeudamiento público es menor que el de Alemania. Nuestro problema era, y sigue siendo, la insostenibilidad del modelo de crecimiento y el excesivo endeudamiento privado. A escala europea, el endeudamiento es un problema, pero también lo es la falta de crecimiento, las pérdidas de competitividad y el desempleo que resulta.




Por eso durante la campaña electoral Rubalcaba proponía, con acierto, una política europea que fijase plazos más realistas para la reducción del déficit, frente a la actitud del PP de aceptar la intransigencia de la derecha alemana, criticada por los propios socialdemócratas alemanes.

No puedo sino coincidir con Martin Wolf, editorialista del Finantial Times, que tampoco es un nido de rojos peligrosos, cuando dice que sin crecimiento la moneda única será sinónimo de baja de salarios, deflación y recesión económica prolongada. Como dice Mark Leonard desde el European Council of Foreing Relations, estamos abonando el campo para que crezcan los tecnócratas y los populistas. Nada muy entusiasmante para la Europa que quisiéramos construir.

Así, el debate sobre las políticas económicas en Europa desde la crisis griega está abierto. Es de la mayor importancia para el futuro de la sociedad europea y su proyecto de integración. No hay que olvidar las lecciones de la Historia, desde principios del siglo XX hasta la implosión del Sistema Monetario Europeo a principios de los 90. La única manera de reducir el endeudamiento público es que las economías crezcan más rápidamente que la carga de los intereses. Austeridad sí, pero crecimiento también; de lo contrario no haremos más que desmantelar el Estado social sin resolver el problema del endeudamiento, la competitividad y el empleo.


La mayoría de las economías periféricas de Europa no podrán cumplir con los objetivos de reducción del endeudamiento previstos en el nuevo Tratado que se está escribiendo ahora mismo en Europa al dictado de Merkel-Sarkozy. Ni siquiera Alemania podrá cumplirlos si la recesion en casa de sus vecinos acaba reduciendo sus exportaciones. Y los socialistas franceses no van a aprobar la constitucionalización de la famosa "regla de oro".

Como dice el historiador económico K. O'Rourke, esa regla dictada por el dúo franco-alemán a sus colegas del Consejo, no es un sistema de equilibrio anticíclico sino una constitucionalización de un mecanismo pro-cíclico que limitará el crecimiento en un país en dificultad sin que a cambio se haya establecido ninguna medida compensatoria para apoyar el crecimiento en el conjunto de la eurozona. Estamos muy lejos de la "unión fiscal" que se proclama.

¿Cuáles son las políticas que deben aplicarse para salir de la crisis además de las de reducción del déficit? En esto debería centrarse el debate de política económica. ¿Es posible imaginar políticas que hagan compatible el reequilibrio presupuestario con el crecimiento y el empleo? En mi opinión son las dos caras de la misma moneda y no conseguiremos la una sin la otra. Esta debería ser la ocasión de financiar la innovación y la transición ecológica de nuestras economías mediante figuras fiscales que graven las emisiones de CO2 y las transacciones financieras, dos de nuestros grandes problemas, y de paso reducir el coste del factor trabajo.


Hemos crecido a golpe de burbujas especulativas porque se ha intentado compensar la creciente desigualdad con un fácil recurso al crédito barato y abundante. Un crecimiento sostenido necesita una demanda fuerte y estable y ésta a su vez, requiere una mejor distribución de la renta. Por eso no saldremos de la crisis, ni evitaremos la siguiente, si no somos capaces de redistribuir mejor la renta, evitando una estructura social que se parece cada vez más a la del Antiguo Régimen con la precariedad de parados y mileuristas coronada por las rentas obscenas de los nuevos señores feudales del mundo financiero.

Para evitarlo hacen falta muchas cosas, pero sin duda, un sistema fiscal más exigente con las rentas altas y las del capital. Una vez más, ello requiere políticas a escala europea con un gobierno económico democrático de Europa que encabece la lucha sin cuartel contra la especulación financiera, la corrupción, los paraísos fiscales y el fraude, como en este manifiesto se proclama.

También es cierto que en España hemos utilizado mal las ventajas del euro. Pero la moneda única sigue siendo un factor fundamental para que Europa sobreviva en la globalización. Los europeos hemos querido hacer un experimento tan original como peligroso de una unión monetaria sin un Banco Central preocupado por el crecimiento, desprovisto de su papel de prestamista en última instancia, sin un presupuesto federal, sin coordinación de políticas fiscales y sociales, y sin un mínimo de unión política en cuyo marco ejercer y exigir a la vez disciplina y solidaridad.



Por eso hemos de revisar la estructura institucional de la unión y lo que se propone hasta ahora es insuficiente.

El papel del BCE en la salida de la crisis es fundamental. Su reciente intervencion inundando de liquidez a los bancos para prevenir una nueva crisis bancaria ha hecho bajar las primas de riesgo, entre ellas la española, más que ninguna otra política de ajuste. No ha sido D. Mariano recién llegado a la Moncloa, ha sido D. Mario desde Frankfurt el causante de este pequeño milagro que no es una solución de fondo pero ayuda a prevenir males mayores.

Al menos, ¿podrá eso animar al BCE a que intervenga para ayudar a la estabilidad de los mercados de deuda pública? Pues no, o solo de forma indirecta porque la liquidez del BCE solo es para ayudar a los Bancos, prestándoles todo lo que quieran al 1 %. Hay que ayudar a los Bancos para que no ocurra otro Lehman Brothers, por supuesto, pero ¿porque no a los gobiernos también? ¿O hay que esperar que los bancos reciban financiación del BCE al 1 % para que la inviertan en Deuda pública al 5 %, o más, como ha ocurrido recientemente en España?

¿Qué debe hacer el BCE para estabilizar los mercados de deuda pública? ¿Qué papel pueden jugar los eurobonos para restablecer la confianza de los inversores? ¿Son el punto de partida o solo pueden ser el punto de llegada de una unión fiscal más intensa? ¿Es posible vencer la oposición alemana a un sistema de mutualización de las deudas públicas? ¿En qué condiciones podría hacerse? ¿Cómo evitar el dumping fiscal que se esta produciendo entre los Estados miembros de la UE?



A través de esta iniciativa para el debate podemos analizar y discutir de todas estas cuestiones para que el socialismo español que salga del próximo Congreso contribuya con propuestas a la creacion de una verdadera fuerza socialdemócrata europea y a un programa europeo que evite el retorno a los egoísmos nacionales.

Estas líneas solo pretenden ser una invitación a ese debate. Tenemos muchos y muy valiosos compañeros que ayudarán a suministrar textos, aportar análisis sobre lo que ha ocurrido y sobre cuáles pueden ser las vías de solución. En la Fundación Ideas y también en la Fundación Alternativas, se han producido documentos muy interesantes al respecto que debemos considerar para no inventar la pólvora ni descubrir Mediterráneos. También debemos conocer y debatir sobre las contribuciones de la Fundación Europea de Estudios Progresistas, la Fundación del PSE.

Después del breve paréntesis navideño, espero que, con la ayuda de un pequeño equipo de compañeros que han trabajado mucho y muy bien en la explicación política de la crisis y la reconstrucción de la socialdemocracia europea, podamos encauzar un debate útil para el socialismo español y europeo.

Muchas gracias

Josep Borrell Fontelles

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